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viernes, 18 de noviembre de 2011

La crisis y nuestros políticos. Gane quien gane, estamos condenados.

Pues sí, pues sí, España está en crisis. ¡Ah! ¿No lo sabías? Pues sí. Estamos en crisis, la crisis ha llegado y nadie sabe cómo ha sido. Y claro, el país se viene abajo. ¿Por qué? ¿Cuándo saldremos de la crisis? Pues miren, yo no soy economista, no tengo ni idea del tema, pero me atrevo a pensar en varias cosas.



España ha tenido como aliados de su crecimiento en años anteriores dos aspectos:
- El boom inmobiliario. 
- El turismo. 

Con esto se concentra la gran mayoría de la riqueza y trabajo que se ha creado en este país. Huelga decir que para desempeñar un trabajo en ambos medios no hace falta titulación universitaria. Ni siquiera secundaria. Para poner ladrillos o servir cañas, ni siquiera el graduado escolar.

Por lo tanto, durante un montón de años, en este país, los jóvenes han visto cómo se podía ganar dinero fácil sin tener que estudiar. Conclusión; alto abandono escolar e incluso abandono universitario o hasta abandono de la vocación tras terminar la carrera, porque, al final, la mayoría del trabajo se concentraba en esos 2 sectores.

Con ello, han pasado los años y tenemos la gran mayoría de empresas incluidas en esos 2 sectores. Además, no suelen ser empresas grandes, sino muy pequeñas, ni aseguran tampoco el trabajo de calidad, debido a su estacionalidad en muchos casos.

¿Conclusión? País poco preparado, con nula inversión en educación, cultura e innovación. Es decir, muy frágil. Y claro, llega la crisis. Estalla la burbuja inmobiliaria (que nadie diga que no se veía venir, si lo veía venir hasta yo!!!!!) y claro; adiós al ladrillo. De un plumazo, millones de personas sin trabajo. Y claro, como la crisis es mundial, adiós al turismo. Vienen menos turistas y pagan menos. Total, España se convierte en un solar.

¿Cómo hemos llegado a esto? Pues hombre, todos tenemos culpa, está claro, pero uno mira hacia los 2 partidos que han gobernado en este país todo este tiempo. LOS DOS son perfectamente responsables de ello. ¿Por qué? Porque este país tiene la clase política que se merece. Y un país donde la media es envidiosa, donde el que no roba, es porque no puede, donde el que no defrauda el IVA, se baja películas sin pagar de Internet, etc. donde Belén Esteban o Gran Hermano son modelos a imitar... En un país así, tenemos políticos que piensan: bueno, que reforme otro. Si así nos va bien, ¿para qué cambiarlo? Nos llenamos los bolsillos rápido y a vivir. O conseguimos un puesto vitalicio y a vivir. Y así hasta el infinito.

Claro, llega la crisis y se necesita innovación, patentes, profesionales preparados que creen riqueza y sobre todo, un cambio en el modelo productivo. Y nuestros partidos defienden levantar ese muerto que es la construcción y ahorrar. Y, a lo Homer Simpson, meterse en un armario y esperar que, de alguna forma, todo termine arreglándose. Es decir, que en las próximas elecciones, lo mejor será usar el voto como papel, ya sea de fumar o higiénico. Porque estamos condenados. Y porque los auténticos candidatos, Angela Merkel o Goldman Sachs, que van a ganar las elecciones no ofrecen papeleta.



Uno lee estos días las noticias de cómo se han construido aeropuertos donde ni siquiera ha aterrizado nunca un avión (Castellón)  o que ya no los van a tener (Ciudad Real, Reus) y alucina. De cómo ciudades como Sevilla han construido un estadio olímpico que se usa una o dos veces al año. Y no pasa nada. El dinero era de todos, unos cuantos hincharon sus bolsillos y hubo trabajo para muchos durante un tiempo. Pensamiento cortoplacista. ¿Por qué no invertir ese dinero en escuelas de emprendedores, en centros tecnológicos, en centros de investigación, etc. para el futuro? Porque si cojo votos y resuelvo mi futuro ahora, poco me importa el futuro del país.

Un ejemplo hilarante relacionado con uno de los casos anteriores.  El director del aeropuerto de Castellón recibe un sueldo de 84.000 euros (108.634 euros si se tienen en cuenta los costes de la Seguridad Social) para gestionar un aeropuerto sin vuelos. Dinero despilfarrado para el bolsillo de algunos que hipoteca nuestro futuro. Y así, una vez y otra y otra....

Y claro, ahora nos encontramos con que las instituciones que han dilapidado dinero de forma escandalosa no tienen pasta. Y por ejemplo, se cierra el Centro Niemeyer de Avilés a los pocos meses de haberse abierto o se recorta brutalmente la asignación del Centro de Investigación Príncipe Felipe (CIPF) de Valencia. Es decir, incluso en crisis, seguimos siendo cortoplacistas e hipotecando el futuro del país.

A nivel mundial, la innovación, las patentes, la creación está volando fuera de Europa. Está yendo a los BRICS, pero sobre todo, a Asia, por encima incluso ya de EEUU. Pero es que, encima, España  se mantiene en un mediocre 18º puesto entre los 27 países de la Unión en lo relativo a resultados de la política de innovación, según la clasificación por la Comisión Europea con datos de 2009.

Es decir, tenemos un país donde se recorta en salud, educación, investigación e innovación. Y eso dentro de un contexto donde la propia innovación está abandonando ya la UE.

¿Qué futuro nos espera? La crisis total. Si nuestros jóvenes van a contar con la peor educación en décadas, sin oportunidades de crecer intelectualmente porque las actividades culturales estarán bajo mínimos, sin posibilidad de empleos de calidad porque no habrá empresas nacionales punteras, con cobertura sanitaria deficiente por los recortes y sin posibilidad de investigar o innovar, ¿qué van a hacer?

En este contexto, no puede el turismo ser nuestra salvación. Los cambios políticos en los países árabes, junto al crecimiento de otros destinos como Croacia, Turquía, la propia China, etc. irán debilitando cada vez más la posición de España al aumentar una pujante y más barata competencia. Es decir, el poco empleo estacional y de baja calidad que da el turismo, irá menguando.

¿Qué futuro nos espera, pregunto de nuevo? Antes éramos el 8º país del mundo en riqueza. Hemos bajado varios puestos. ¿El futuro? Descenso en picado. Pasaremos a ser un país de segunda fila, con empleos precarios en empresas multinacionales de otros países. Es decir, la crisis no ha hecho más que empezar. Y con estos políticos, irá a más. Un país que no invierte en futuro para crear riqueza a largo plazo, está condenado. Y este país, sigue pensando aquello que ya anunciaba Unamuno: "Que inventen otros".

¿Una solución? No lo sé. ¿A alguien se le ocurre? En este contexto, ¿podrá la iniciativa privada y la nueva figura del emprendedor que está surgiendo capaz de revertir la solución? Parece misión imposible. ¿Qué opináis?

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